Teoría del ciclo de vida

Teoría del ciclo de vida es un conjunto de relatos, dividido en cuatro partes más una intro:
1.- Perversidad 2.- Everest 3.- Ficción 4.- Así

viernes, 23 de marzo de 2012

4.- Así


Mi realidad
Ya hace un año. ¿O fue ayer?
Suena nuestra canción y es verdad, fue ya hace un año.
¿Cómo pudo pasar así el tiempo?
Sin motivo para el encuentro, sin la oportunidad de vernos,
fue hace un año pero parece ayer.
No sé si a ti te lo parece.
Puede incluso que haya sido el mejor año de tu vida,
y yo aquí reprochándonoslo, y yo aquí llorando, y puede que haya sido tu año.
Si así fuera, qué hacer.
De nada servirá decirte que te echo tanto de menos.


Tras tu marcha
Me dediqué, tras tu marcha, a ahorrar mis discursos poéticos,
a enjuagar mis pensamientos impuros en agua bendita,
a encontrar mi verdadero lugar en las canciones tristes de época.

Y tras este sucio párrafo, de falsa tristeza, te digo la verdad:
me emborraché hasta que vomité tu último recuerdo,
hasta que ya no queda ni una molécula de ti en mi vientre.

Desde la sinceridad, escribo con la bilis,
para olvidarte y recordarte en el mismo momento.


Llovía
Hago desaparecer las gotas de lluvia señaladas en la ventana,
para que así definitivamente nada me recuerde a ti.


La frustración
Toda esta frustración se revierte en busca de letras,
músicas, imágenes pretenciosamente creadas por mí.
A veces siento que mi frustración traerá grandes resultados,
como si del dolor naciera la belleza.


Escribo poemas muertos
Escribo poemas que hablan de ti.
Escribo poemas muertos, poemas que nacen ya sin vida.
Un parto largo y doloroso, que no responden ante mis palmadas en su cuerpo.
Y me tienen rencor porque los desprecio, y qué voy hacer si no puedo quererlos.

Mis poemas sangran en forma de tinta.
Sangre de mil ausencias, de mil distancias desde tus ojos hasta aquí.
Mis poemas hablan de tu pelo en forma de suspiro,
de lo injusto que es pedirte tanto sin poder dar nada a cambio,
sólo unos tristes versos.

Mis poemas te hablan en diferido,
desde tu tiempo hasta mi tiempo,
desde la distancia hasta tus momentos.
Mis poemas están cansados de ser la pared sobre la que recaen mis secretos.

Y no son más que versos, pero detrás de ellos te siento,
y duelen tus recuerdos en mis letras,
duelen tus miradas tras unos simples trazos en blanco y negro.
Mis poemas lloran, como llora la mano que los sustenta.


Me quedo conforme
Sólo espero que, al final, todo esto te merezca la pena.
La tortura, el sacrificio, la bala extraída y vuelta a disparar sobre mi pecho.
Sólo espero que te divierta, querida.
Porque si así fuera, me quedo conforme.


Llámame febrero
El frío que demuestro es la respuesta a los aires que de ti recibo.


Poetas que murieron de arrodillarse a tu lado
La moral, concisa moral que atormenta los miedos.
Escupo tu nombre con espuma.
La rabia ha detectado en mí su cuerpo ideal.
Ojos que ven, corazón que muere.

He besado cada una de tus lágrimas.
Sabor amargo.
Amarga hasta consumir mis entrañas.
Consolar sin ser consolado.
Ser mordido sin poder gritar a cambio.

Y cierro mis ojos.
Aprieto con fuerza.
Y veo líneas, círculos y figuras de colores.
Eso debe ser el arrepentimiento que toma forma de iluminación.


Intentos
Con ganas de hacer mil cosas pero sin realizar esfuerzos.
Con ganas de soñar la realidad pero sin la vitalidad propia del momento.
Aparezco consumido por la mañana y consumido anochezco.
Huesos y más huesos en perfecto coordinación,
pero sin alma ni conductor que guíen los pies moribundos.


Si me vieras ahora
Si me vieras ahora.
He cambiado, de verdad que lo he hecho.
Ahora visto a la moda, con chaleco, camisa y americana; con pantalones de colores; con zapatillas a juego.
Cambié aquellas gafas que tan poco te gustaban,
que cuando me besabas te molestaban en la cara.

Si me vieras ahora.
Escucho a Arcade fire y también los primeros discos de los Beatles que tanto te encantaban.
Ahora me fascinan las películas de Godard, ya las entiendo.
Y Truffaut y todos esos directores franceses y también los del “free cinema”.

Si me vieras ahora,
si lo hicieras de nuevo,
quizás volverías a quererme.


¿Qué más podría no pasarme?
¿Qué más podría no pasarme?
No me invitaron a la fiesta, aquélla en la que te besaron.
No fui yo, por tanto, quien lo hizo,
tampoco el que te llama constantemente sin temor a una mala respuesta.
En contrapartida, no soy yo quien recibe tus llamadas,
ni quien te llevó al cine y luego a cenar.
No fui yo quien te dejó en las escaleras de casa.

¿Qué más podría no pasarme?
Nadie vino a visitarme en el parque,
nadie se acercó por curiosidad cuando me vieron allí tirado.
No pasará la muerte acechando, ni siquiera el dolor me visita.
Parece que viviré para siempre como estoy viviendo ahora,
viviré con vuestra indiferencia y no habrá manera de terminar con ello.
¿Quién quiere la eternidad, entonces?


El pasado
Defraudé a tantas.
La noticia circuló.
Me viste anoche.
Huiste incluso hasta llegar a correr.


Rezar
Me sitúo ante la botella como el que reza a su dios,
encontrando en ella significado a mi existencia.
Hay quien diserta, hay quien se rebela, hay quien lucha, hay quien se deja llevar.
Nosotros, botella y yo, nos besamos mientras.


No soy yo quien escribe
No soy yo quien ahora mismo escribe.
Es el dolor y la desolación la que me dicta sus órdenes.

Es verte sonreír sabiéndote enamorada.
Verte susurrar al oído, a otro oído, y reflejarlo, porque así me lo piden.
Escribir lo que viera, verte primero para morir después en cada letra.
¿Esto no lo podría hacer otro?
¿No podría sufrir por mí?


Donde yo habito
Con todo lo que he vivido, ya he aprendido a adorar la tristeza.
Me gusta este silencio,
me gusta la oscuridad del salón cada noche que llego,
me gusta que nadie habite donde yo habito,
que nadie llame al teléfono por sorpresa.
Con todo lo que he sufrido, ya he aprendido a vivir sin ti.


Y si muriera ahora
Y si muriera ahora.
Todo el mundo se lo ha preguntado alguna vez, pero y si yo muriera ahora.
Qué quedaría de mí si muriera ahora.
Cenizas. ¿Sólo cenizas?
O me uniría a la tierra y alguna flor crecería a mi alrededor. ¿Nada más?
Ni un solo recuerdo en ti, nada para la posteridad.
Ni una lágrima en tu mejilla que manifieste emoción.
Ni siquiera pareces querer enterarte.
Tu rostro imperturbable ante mi ocaso.


Otra noche por delante
Otra vez la noche por delante.
Otra vez dormir como redención.
¿Para qué? Para luego no encontrar nada en la mañana.
No hay nada cuando amanece. ¿Cómo pretender que aprecie la noche?
¿Cómo desear que llegue un nuevo día?
Por mucha luz que haya, por pocas que sean las nubes, por mucho que las olas vayan a llegar nítidas a mis pies.
Para qué desear que amanezca si no saldré de entre las sábanas.


La oscuridad que acecha
Soy la sombra que te persigue, la oscuridad que acecha.
Soy el callejón sin salida al que te enfrentas en la escapada.
Soy mil veces el ladrón que merodea, el descampado y su chatarra.
Soy cada piedra en el camino, cada instante perdido, cada llanto en la noche.
Soy todo eso como represalia o consecuencia.
Soy yo tu sombra y tu oscuridad, tu deshonor y despecho.
Soy todos los rumores que circulan sobre ti.
Sobre ti y la nada, sobre ti y nuestro adiós.


Así
Como la lluvia al caer sobre cientos de cadáveres amontonados.
Como los ojos desolados de un niño ante la cometa en el suelo.
Como la memoria de un borracho en sus últimas horas de vida.
Como Vietnam ante una fila interminable de helicópteros.
Como el ring con un campeón desplomado.
Que cómo me siento, ¿por qué preguntaste?

No hay comentarios:

Publicar un comentario