Teoría del ciclo de vida

Teoría del ciclo de vida es un conjunto de relatos, dividido en cuatro partes más una intro:
1.- Perversidad 2.- Everest 3.- Ficción 4.- Así

viernes, 23 de marzo de 2012

1.- Perversidad

La primera vez que te vi
No fue todo lo románico que podría esperarse.
Era el primer día de clase.
Perfectamente pudo ser un lunes, seguramente así fue, a eso de las ocho y media,
justo antes de que el profesor de derecho mercantil comenzase a dictar.

Así que no era todo lo romántico que podría esperarse.
Te vi llegar como se ven llegar a las demás.
Mentiría si dijese algo sobre una luz cegadora, sobre una brillantez fuera de lo común.
Mentiría porque no fue así, apareciste como las demás.

Pero luego me di cuenta, poco a poco lo hice,
paulatinamente todos descubrimos que no eras como las demás,
quizás era por la forma de hablar, por aquella respuesta sobre la importancia de la sociedad anónima en la economía actual.

Tú no eras como las demás,
y fue entonces cuando empezamos a comprobarlo,
fue entonces cuando comienzó nuestra historia.


Perversidad
Ahí vas, con tus libros de la escuela,
con tus armas de seducción,
con tu pelo recogido y la mochila a cuestas.

Ahí vas, dejando tras de ti una estela,
de miles de escolares depravados,
que como yo van mostrando sus peticiones deshonestas.


Dolores Haze
No nos dejes caer en la tentación. No esta vez.
Eres como Dolores Haze que nos mata poco a poco.
Ella y su boca y sus labios y su botella de coca-cola lentamente absorbida.
Mientras, se derriten los ojos del observador,
perdemos la coherencia en nuestros actos, no somos lo que se espera de nosotros.

Eres de mínima edad, pero de máxima perversión.
Eres hielo debajo de la bata,
segura de que nosotros, hombres ilusos, hacemos y haremos todo lo que nos pida.
Y llevas razón.
Pintaremos tus uñas, peinaremos tu pelo, soñaremos contigo por siempre y para la eternidad.
No la mires detenidamente. Ya estás perdido.
Caímos en la tentación. Ahora líbranos del mal. Así sea.


El cielo, el cielo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo

Envío señales de humo, que nacieron de este fuego.
Señales que no supiste recoger, que no quisiste recoger.
Señales que se pierden en el cielo.


Soñé que me querías
Soñé que me querías.
Que de forma anónima anunciabas todas mis virtudes.
Que por temor no te dabas a conocer, pero yo intuía que eras tú.

¿Será uno de esos sueños compartidos?
¿Será uno de esos sueños premonitorios?
¿Me acercaré a ti y me dirás sí, te quiero verdaderamente?


Juego a inventarte
Entre idas y venidas,
ente griteríos por goles marcados, por políticos en guerra,
ante una primavera invernal y un invierno primaveral.
Entre todo eso, pasa el tiempo, y el tiempo pasa, y pasa el…
y aquí seguimos, querida, ni digo nada ni nada callo.

Lo intento sin intentar, y los besos se van perdiendo,
mis caricias se autodedican, las pego en la pared y de la pared no salen.
Ya ni me acuerdo de ti, ya ni te recuerdo,
me condenarán en el infierno, pero necesito lo mejor de ti y olvidar el resto.

Y mientras, juego a inventarte.
A ver, digamos, serás dulce, inteligente, sensible, comprensiva…
No pido tanto si tan poco tengo que entregar,
no pido mucho porque de mi imaginación no sales.


Tu frialdad
Te burlas de mí.
Disfrutas de todo este juego.
Cuando aparezco, te vas; cuando me marcho, vuelves.
Todo para hacer el peor de los daños: el de pensamiento.
Porque calculo y empeoro.
Pienso y me detengo.
Entre mis esperanzas y mis deseos, tu frialdad.


Invadiré Polonia
¿Sabes?
Mataría en este mismo momento si tuviera la certeza de encontrarte así más cerca.
Sé que no me crees, pero dame una oportunidad para demostrarlo.
Dime alguien que te ruborice, alguien que te haga daño.
Le haré sufrir.

Mataré si es necesario.
Yo mismo sufriré si es eso lo que quieres.
Déjame herir a cualquiera que lo merezca.
Qué más puedo evidenciar.
Invadiré Polonia, derrocaré al gobierno de Chile, bombardearé Palestina.
Si es lo que quieres, déjame complacerte.


Retroceso
Exprimo la intensidad de mis palabras al máximo.
Precipito mi melancolía en pequeñas dosis,
un continuo reguero que aún espero que llegue hasta tu secreto.

El miedo me tiene a su merced.
Arriesgo o no arriesgo. Apuesto o no apuesto.
No queriendo cometer errores del pasado, de un triste pasado,
me quedo siempre a las puertas, a tus puertas,
en el umbral de confesarte mis anhelos.

Desgracia para los cobardes. Todo en nuestra contra.
Somos olvidados. Siempre retrocediendo.
Midiendo continuamente los pasos.
Los milímetros juegan un papel demasiado importante en mi camino.
Y esto es amor, no física.
Esto es amor, pero me cuesta decírtelo.


Es mucha la diferencia
Otra vez soñé anoche contigo.
Llegué a notar tu mano en mi mano.
Tu brazo en mi brazo.
Tu cara en mi cara.

Ingrata poesía de la madrugada.
Sólo es un sueño inconexo, ambiguo,
doloroso al despertar,
pues paso de tenerte a no tenerte en sólo un segundo,
y es mucha la diferencia.

Resulta que paso del paraíso sin número a un lunes de octubre,
con altas nubes y bajas esperanzas.
Amenazo hoy con hacerme doler la angustia para ponerme en situación.
Amenazo con amenazar al primero que pase.
Amenazo con despojarme de la realidad y acudir a tus sueños cada noche.
No sé si sonreír por tu recuerdo o destrozar mis anhelos.
Volveré a soñar o caeré muerto.


Pensarás en mí
¿Pensarás en mí como yo ahora pienso en ti?
No, seguro que no, seguro que ni siquiera recuerdas mi nombre.
Pero y si no fuera así.
Y si ahora mismo piensas en mí como yo pienso en ti.
¿Qué pasaría si así fuera y nada hiciésemos para encontrarnos?
¿Cómo sobrevivir sin intentarlo?


Salí a tu encuentro
Salí a tu encuentro, como por casualidad,
esperando en la esquina a que salieras de clase,
ver tus pasos recorrer la acera y buscarte a lo lejos.

Sonríes y te muestras entusiasmada por el azar que nos permite reencontrarnos tras tanto tiempo,
pero si supieras que no es por casualidad,
ojalá supieras que salí a tu encuentro.


La duda
¿Existe esa línea?
Y si existe, ¿cómo detectarla?
O intuirla, o sobrepasarla.
¿Cuándo podré preguntártelo?
Quizás ya haya llegado el momento.
O quizás no. A lo mejor me equivoco, como siempre.
A lo peor estoy en lo correcto, y esperas mi pregunta.

Y siempre la duda acompañando.
El peso de la conciencia se cubre de tus sombras.
Estás matando mis esperanzas.
Escupo las palabras pero se quedan dentro,
me ahogo por no decir nada ni evidenciarlo.
Por qué todo se vuelve del revés cuando te veo asomar.
Por qué todo es tan complejo, tan tristemente difícil.

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